martes, 12 de diciembre de 2017

Represalias


Seguir 'The Walking Dead' cada día cuesta más. Por eso ya he tomado una decisión al respecto: cuando Negan desaparezca de la serie (se supone que al terminar la octava temporada), me bajaré del carro y adiós zombies (la siguiente en caer será 'Fear the Walking Dead'). Y es que no hay nada peor que una serie cuyos capítulos los aprovechas para cualquier cosa menos para verla y prestarle atención. 'The Walking Dead' lleva años siendo un chicle estiradísimo que perdió el saber hace ya demasiado tiempo.

La primera parte de su octava temporada ha sido un auténtico despropósito, toda una tomadura de pelo para el espectador, que ha visto cómo en ocho capítulos no ha pasado realmente nada. De hecho, podríamos haber prescindido de seis episodios, todos los emitido entre la premiere (capítulo 100 de la serie) y la midseason finale. Una midseason en la que ha ocurrido algo fuerte (como siempre, en el último minuto de capítulo), pero que al menos ha tenido acción en formato venganza. 

"Sólo hay una persona que tiene que morir y yo le mataré"
La octava temporada de 'The Walking Dead' comenzó con una serie de saltos en el tiempo que, sinceramente, no pueden importarme menos. Los cebos de 'Aquí hay tomate' eran más interesantes que encontrarnos con un Rick Grimes canoso que vive feliz o con un Rick Grimes de ojos llorosos que supuestamente llora la muerte de su hijo. Menos flashforwards y más acción, queridos míos. No busquéis enganchar al espectador con lo que llegará, intentad hacerle disfrutar con el recorrido, ya se llegará a la meta. Rick está tan cansado de llevar el peso del mundo sobre los hombros (tanto como nosotros estamos cansados de él) que está deseando ceder el testigo al primer idiota que se cruce en su camino. Y Maggie es la que tiene todos los puntos ("Tú me enseñaste a ser alguien que merece la pena seguir" "Después de ésto yo te seguiré").

Hilltop, Alexandría y el Reino se aplican el mantra de las 'Embrujadas', se piensan que el poder de tres les hará libres y sacan adelante su plan para poner fin a los Salvadores. Este plan, que podría haberse resumido en un capítulo (máximo dos), ha durado toda la midseason, hasta que Negan (Eugene mediante) ha salido de su Santuario y ha empezado a recuperar el tiempo perdido. Y mientras, Rick, haciendo fotos con su Polaroid a todo lo que se le pone por delante (¿os imagináis cómo sería el Instagram de Rick Grimes? ¿usaría hastags como #triste o #intenso?). Eso cuando no es secuestrado por la reina de la Chatarra, que está deseando follárselo esculpirle y llevárselo a una playa nudista.


No seré yo el que apoye a Morgan (ese señor que afirma "Yo no muero" y que se irá al terminar la octava temporada a dar por culo con su monserga filosofal a 'Fear the Walking Dead), pero que Jesús, que se ha tomado demasiado en serio su parecido con Jesucristo ("Tendremos que vivir con esta gente después. Vamos a tener que encontrar un camino para la paz") nos venga ahora con que hay que tener piedad frente a los Salvadores, pues como que es un cuento que no me interesa. Menos mal que Maggie pone un poco de coherencia en el tema y está dispuesta a eliminar a sus prisioneros si no le sirven para nada más que para intercambiarlos. Igual que tampoco me interesa la reaparición de ese personaje del que no tenía ni un solo recuerdo y que sólo sirve para dejar claro que el Rey, la Viuda y Rick son los únicos personajes a los que los Salvadores tienen prohibido matar (salvo que sea necesario). 

El Rey es un rey de pacotilla. Un señor con rastas que trabajaba en el zoo y que se erigió como el líder que necesitaba su grupo. ¿No había un nombre más pretencioso, querido Ezekiel? Su trauma  (provocada por la caída de todo su equipo) como falso ídolo ha sido un auténtico coñazo, y encima sólo ha servido para provocar la muerte de Shiva (que casi ha sido la que más pena me ha dado de toda la serie). A Carol le ha tocado ejercer de psicóloga y coach y ha conseguido que Ezekiel siga interpretando el papel que la gente necesita que interpreta. Eso sí, estoy deseando que Negan le ponga a Lucille encima. 


De Negan (que ha estado bastante ausente, por aquello de no saturar al espectador del que iba a ser el gran villano de la función) hemos descubierto detalles de su pasado (sí, ahora), que nos lo presentan como un ser humano con sentimientos (ayudaba los niños, la muerte de su mujer, su incapacidad para evitar que se convirtiese en zombie), pero no tanto (el infiel que engaña a su mujer enferma). Pero claro, luego le escuchas decir cosas como "Matamos a la gente adecuada de la peor forma posible ¡y hacemos que todos lo vean!" o "No he matado a nadie que no tuviera que matar" (en "confesión" a Gabriel) y recuerdas ante quién estás. ¿Cuántos niveles de asco ha ganado Eugene ahora que es "la segunda persona más importante del Santuario"?

Y así llegamos a la midseason finale, con Rick apoyado por los Chatarreros (que no tardan en huir ante el olor a problemas) y viendo cómo su plan se viene abajo al comprobar in situ que Negan y los suyos han abandonado el Santuario. ¡Comienza la venganza! Ezekiel ya está en manos de los Salvadores (después de su gesta heroica liberando a los suyos y dejando a Carol con el corazón en un puño); Maggie sabe que está en sus manos "dar el último golpe", lo que no evita que nuestra mujer fuerte preferida se derrumbe. Dwight confiesa a Daryl que los Salvadores no salieron por su culpa, sino que es Eugene el único responsable. Y mientras, el propio Eugene, ayuda a escapar a Gabriel y Karson.


Pero lo mejor se lo dejan para el final: Alexandria recibe la visita sorpresa de Negan, a quien Carl frena para llevar a cabo su propio plan de escape. Rick se enfrenta una vez más a Negan y vuelve a desaprovechar la oportunidad para matarle. En cambio, se aleja de él, se reencuentra con Michonne y se reúnen en las cloacas con Carl, que tiene una noticia que darles: ha sido mordido por un zombie. Ese mordisco, afortunadamente, no se produce ni en piernas, ni brazos, ni manos, ni pies. Es en el costado, es decir, en una zona de difícil (por no decir imposible) amputación, lo que quiere decir que Carl tiene los días contados. ¿Acaso no es motivo de celebración? Carl ha cumplido su función, se ha convertido en una versión 2.0 de su padre ("A veces los hijos tienen que encontrar su propio camino para mostrarles a sus padres el rumbo") con su muerte dará la puntilla final a las ansias de venganza de Rick.

En Febrero 'The Walking Dead' regresará con la emisión de la segunda parte de su octava temporada. Comprobaremos si Aaron y Enid consiguen el apoyo de Oceanside, si Gabriel y Karson escapan aprovechando la inesperada ayuda de Eugene y si el Reino, Hilltop y Alexandría son capaces de recuperarse del último golpe de los Salvadores. Además, seremos testigos de la muerte de Carl y de la más que probable (y esperada) muerte de Negan. Así, escrito, puede hasta sonar bien. La triste realidad será que volveremos a tener 8 capítulos eternos y repletos de relleno insustancial, en los que sólo se producirán giros y momentos importantes en sus últimos minutos.

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