'Anatomía de Grey' es la reina de la televisión. La prueba viviente de que con una audiencia fiel se puede sobrevivir en antena de la más digna de las maneras. Sus 12 temporadas son una muestra de ello. Y en otoño comenzará la decimotercera. ¿Está su final más lejos de lo que pensamos? ¿Es el objetivo de Shonda alcanzar las 15 temporadas que tuvo 'Urgencias'? El jueves pasado nos despedimos de ella hasta el comienzo del próximo curso con una media de 8 millones de espectadores y un muy buen 2.2 en demos.
Si el pasado fue el año negro de Meredith Grey, éste las cosas han mejorado para ella, a pesar de que en su camino se cruzó una de las responsables de la muerte de Derek: "La perfecta Penny mató a mi marido". Penny no sólo era la nueva pareja de Callie, sino que además se convertía en residente del hospital ("Tú eras la única razón para no contratarla"). Aquel capítulo de la cena en casa de Mer fue de los mejores de la serie. Por suerte la doctora Grey no ha estado sola; ha contado con el apoyo de sus hermanas: la real, Maggie (¡qué gustazo de fichaje fue Kelly McCreary!) y la ficticia, su cuñada Amelia (siento más odio que cariño hacia el personaje de Caterina Scorsone). Sin dejar a un lado a Alex, convertido en la nueva Cristina de Meredith desde que ésta se fue hace ya dos años. La dinámica entre las tres hermanas ha sido de lo más disfrutable este año, especialmente cuando estaban de buen rollo ("Señoritas hermanas jefas"). Mer, además, comenzó temporada convirtiéndose en la nueva Bailey para Bailey.
A mitad de temporada Meredith sufrió un nuevo incidente en el hospital que le llevó a terapia y a sacar una curiosa conclusión: "Eres realmente buena en estar sola. Pero pienso que no quieres estar sola. Puedes hacer todo lo que quieras". Me gustó ver de vuelta a Katie Bryce ("Mi primer año. Mi primer día"). La gran pregunta, tras lo sucedido el año pasado, era: ¿encontrará Meredith Grey de nuevo el amor? La aparición de Thorpe (Scott Elrod) así nos lo hizo pensar. Pero lo que no sabíamos es que la realidad había estado delante de nuestras narices desde el principio. Mer convirtió a Jo en su protegida a pesar de lo mucho que le ha puteado a lo largo de los años. Y a Bailey le tocó vivir su cota de drama: Ben cometió un error (¿o arrogancia?) que le convirtió en un peligro y que hizo que su matrimonio entrase en una especie de crisis. Otra más. La situación terminó con una suspensión de seis meses, pero que Ben se saltó porque volvió a ejercer de anestesista.
Volviendo a Maggie, la relación que ha mantenido con DeLuca (Giacomo Gianniotti es el nuevo pivón de la serie) ha sido tan divertida ("Flashbacks de sexo") como fresca. Se volvió hasta retorcida cuando Richard se vio implicado en la misma, y fue una verdadera pena que terminasen de forma tan abrupta. Si hay algo negativo que echar en cara a esta temporada ha sido el enfrentamiento entre Owen y Riggs (Martin Henderson) que no ha despertado el interés de nadie. Sus escenas ralentizaban el ritmo de los capítulos en los que aparecían y, además, no hacían otra cosa que repetir lo que ya sabíamos desde la primera vez que lo explicaron. El pelirrojo nunca fue santo de mi devoción, y la aparición de este personaje de su pasado lo único que hizo es que cayese en popularidad. Al menos nos dejó un par de escenas cuquis entre él y Meredith ("Vale, entonces le odiamos").
La relación entre Owen y Amelia distanció a las cuñadas. "Hice una promesa de que le ayudaría a mantenerse a flote. A Cristina. No eres mi hermana. Cristina es mi hermana. Tú eres la hermana de Derek y Derek ya no está". a lo que la neurocirujana contestó reprochándole el trato que le estaba dando a Penny. "La viuda Grey". Amelia y Mer nunca han terminado de llevarse muy bien, pero sí lo suficiente como para tenerse cariño y soportarse. Por eso, los numerosos enfrentamientos que han tenido esta temporada, con palabras más que duras ("Búscate tu propia vida"), han servido para forjar una relación que ha tenido un bonito final con la boda de la season finale. Aunque para difícil, la relación entre Alex y Jo. Ambos están enamorados, pero ella se niega a darle el si quiero. Y no sabemos por qué hasta el final de temporada. La que también se ha enamorado ha sido Edwards, de la que llegué a pensar que se iría de la serie y la aparición de Wilmer Valderrama sería su excusa.
Desde el principio de esta temporada el drama entre April y Avery ha estado presente en el momento en el que él se fue de casa y dejó claro que no había opción de reconciliación ni segundas oportunidades. Nuevas oportunidades no, pero sexo sí. Sexo que termina en embarazo, secreto primero, público después (April vs Arizona), y que enfrenta a los padres, incluyendo a Catherine Avery, convertida en una especie de bruja que sólo mira por el bien de su hijo. Tuvimos que presenciar un tramposo capítulo en el que nos hicieron pensar que Avery se había enamorado de una paciente, pero que sirvió para ayudarnos a rellenar los huecos que faltaban en su historia. Si hasta se recurrió a órdenes de alejamiento. Todo muy extremo, pero que terminó llegando a buen puerto.
Arizona ha convertido este año a Richard en su padrino de citas, llevándoselo noche sí y noche también a jugar al trivial ("Esto de ser mi compinche hace que no puedas ser también mi padre"). Su relación con Callie ya no tiene vuelta atrás, por lo que cada una ha seguido adelante con su vida, aunque sufriendo el peor de los finales. Cuando Penny recibe una beca que le lleva a Nueva York Callie lo tiene claro y está dispuesta a dejarlo todo atrás para seguir a su amada ("Eres jefa. Ella, residente. ¿Así que vas a dejar tu carrera para ir detrás de una tía a la otra punta del país?"). Arizona no está dispuesta a perder a su hija Sofia y se meten en temas legales que sólo sirven para alejarles. Al final la rubia se queda con la custodia, Penny se marcha y Callie se queda sola.
Y así llegamos a la season finale. El hospital se va de boda, pues Amelia le ha pedido a Owen que se case con ella. Y para ella es un drama porque nadie de su familia va a venir al enlace. Por eso se encierra en el baño, haciendo que Maggie se preocupe como la que más. "No tienes ni idea de cuántas personas se han encerrado en ese baño. Siempre están bien". Jo tiene miedo de perder a Alex, pero sigue sin querer casarse con él. A cambio le propone ser padres para demostrarle lo comprometida que está con que su relación siga hacia delante. Mer se plantea la posibilidad de que entre ella y Riggs haya algo después de haberse acostado juntos. ¡No hay que olvidar que el fichaje de Martin Henderson fue anunciado como el nuevo McDreamy! ¡Estaban destinados a acostarse!
A Amelia le entran dudas, se enfrenta por enésima vez a Mer ("Sólo hazme saber qué necesitas. Yo soy tu familia, Amelia") y terminan huyendo junto a Maggie. April se pone de parto en casa de Mer y es asistida por Ben, que le hace una cesárea, convirtiéndose en el héroe del día y recuperando su trabajo (y arreglando su relación con Bailey). Jo, borracha, confiesa a DeLuca que no puede casarse con Alex porque ya está casada, pero que no puede divorciarse porque de hacerlo, su marido, que le maltrataba y del que huyó, le encontraría. Alex aparece en el peor momento y empieza a pegar a DeLuca. La boda se produce, Owen y Riggs hacen amago de reconciliarse y Arizona aparece en casa de Callie con la niña y billetes de avión. "Ya solucionaremos el resto de detalles. Te estoy diciendo que seamos todos felices". La sorpresa final llega de la mano de Maggie: "Riggs. Realmente me gusta. Y creo que yo también le gusto". ¿A quién se está confesando? ¡A Mer!
'Anatomía de Grey' cierra su duodécima temporada con un final feliz para todos sus personajes, y sabiendo que el año que viene ya no veremos a la doctora Callie Torres: Sara Ramirez abandona la serie. Y lo hace sin tener una despedida aceptable. ¿Se va a ir sin decir adiós a ningún compañero? En otoño regresaremos a Seattle para saber qué decisión tomará Meredith con respecto a Riggs y qué pasará con Maggie. Está claro que el marido de Jo aparecerá, y con él el drama. Y veremos crecer al bebé de April y Avery.
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