'Bates Motel' alcanzó hace un par de semanas el final de su maravillosa cuarta temporada. Y lo hizo sabiendo que el año que viene regresará con una quinta que, de acuerdo con los planes iniciales de sus productores (Carlton Cuse, Kerry Ehrin y Antohny Cipriano), debería ser la última. Por una mera cuestión de falta de tiempo no empecé la temporada hasta la semana pasada, pero ¡cuánto me alegro de haberlo retrasado! Ha sido un gustazo disponer de los 10 capítulos para poder ir viéndolos cuando quisiese. Y si bien con sus temporadas anteriores me hubiese dado más igual, creo que ésta era la adecuada para disfrutar su visionado así.
Por todos es sabido que el drama de la cadena A&E es la precuela de 'Psicosis', película de Alfred Hitchcock estrenada en el año 1960 y que se basó en la novela del mismo nombre que un año antes escribió Robert Bloch. Con esto quiero decir que, si has visto la película (o leído la novela), conoces el destino de uno de los personajes principales de la serie. Pero lo que no sabíamos era el cuándo. Por eso, después de un año verdaderamente estupendo (y que dejó atrás la muy regular tercera temporada) en el que todos los personajes han brillado, pero especialmente lo ha hecho la pareja protagonista, no deja de pillar por sorpresa al espectador lo sucedido en el noveno episodio de la cuarta temporada.
Pocos defectos se me ocurre señalar con respecto a esta cuarta tanda de episodios. Si acaso, el hecho de haber dejado algo abandonados a los personajes de Dylan y Emma y de habernos quedado sin saber más del doctor Edwards (Damon Gupton fue uno de los fichajes para la cuarta temporada). Todo lo demás me parece positivo. La evolución del personaje de Norman (Freddie Highmore se ha estrenado este año como guionista), que hasta ahora se había ido cociendo a fuego lento (con sus momento de locura máxima), ha sido fantástica. Su ingreso en Pineview no pudo sentarle mejor al personaje, donde fue consciente de su situación e hizo por arreglarla. Pero los recortes de un viejo periódico se cruzaron en su camino y el comienzo hacia su redención se fue por el desagüe.
A la que le vino muy bien que su hijo se alejase un tiempo de ella fue a Norma (espero que Vera Farmiga regrese a la temporada de premios con nominaciones a su papelón durante esta temporada). Para conseguirlo tuvo que hacer lo que siempre ha hecho: manipular y utilizar a los hombres a su antojo para conseguir sus objetivos. Y Romero (Nestor Carbonell nunca había estado más sexy) estaba más que dispuesto a unir su vida a la de la mujer a la que lleva deseando desde que se cruzaron por primera vez. Con crazy Norman fuera de juego, Romero y Norma dieron rienda suelta a la pasión y vivieron sus vidas, por primera vez en mucho tiempo, centrándose exclusivamente en ellos. Hasta que Norman descubrió su secreto. Como buen hijo de Norma que es, Norman ha aprendido a manipular a la gente a su alrededor. Quiso regresar a casa para evitar que ningún hombre le robase a su madre y no paró hasta conseguirlo. Lo que me escama es que el doctor Edwards, con lo inteligente que ha demostrado ser, lo permitiese. Con Norman de vuelta a casa la idílica situación vivida entre Norma y Alex desapareció y las primeras grietas hicieron acto de presencia. Promesas del pasado que Norma se veía obligada a cumplir y un Romero que tenía claro que Norman no era trigo limpio (la escena del hacha) no podían seguir conviviendo bajo el mismo techo.
Y es entonces cuando llega el shock de la temporada: Norman lo prepara todo para quitarse la vida junto a su madre. La llegada de Romero evita que Norman muera, pero no consigue lo mismo con Norma. Así pues, el caso queda resuelto como un suicidio por parte de Norma con intento de asesinato hacia su hijo, y con un Norman que se queda solo en la casa y con el Motel. Y Dylan (que no vio con buenos ojos que Norma facilitase el regreso a casa de su hermanastro) sin saber que su madre ha muerto. La season finale es tan turbia como maravillosa, y la aparición sorpresa de Chick (con el que Norma mantuvo una tensa y curiosa relación) es clave para el devenir de Norman, que es cuando se da cuenta de que su madre no va a regresar (hasta entonces, en su cabeza, todo formaba parte de un plan). Cuando está a punto de pegarse un tiro escucha el piano. Baja al salón. Una Norma vestida de rojo le saluda. "Yo nunca te dejaría, ya lo sabes" le dice ella. "Estamos en casa. Por fin estamos juntos", contesta Norman. "Sí, cielo. Por siempre jamás". Norma ya no es Norma, ahora es Madre.
La quinta temporada no va a perder a Vera Farmiga, que seguirá presente, pero dando vida a un personaje diferente. Romero no se va a detener hasta que la verdad con respecto a Norman salga a la luz. Y probablemente cuente con la ayuda de Dylan para conseguirlo. Aunque tendrá que lidiar con todo lo relacionado con Rebecca Hamilton (Jaime Ray Newman). Ojalá los guionistas sean capaces de mantener el nivelazo de esta temporada y la serie se despida (lo mejor sería que terminase el próximo año) por todo lo alto.
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