'The Real O'Neals' cerró su segunda temporada a mediados de marzo con escasísima repercusión. Y es que la comedia de la ABC, que la pasada temporada llegó como recambio en midseason, renovó por un segundo año a pesar de sus datos (1.12 en demos y 3'94 millones de espectadores). La segunda temporada ha sido un fracaso (0.93 y poco más de 3 millones de espectadores), por lo que no es de extrañar que la cadena no se haya pronunciado con respecto a su futuro (es más, hay miembros del reparto que ya tienen proyectos nuevos). Así que, después de haber visto el último capítulo de la segunda temporada, sólo espero que la ABC confirme su cancelación.
La premisa de la serie no era mala: una familia irlandesa, cristiana y conservadora que vive en Chicago descubre de la noche a la mañana los secretos que se guardan entre ellos. A destacar, y siendo los únicos que han tenido presencia en la serie, el divorcio de los padres y la homosexualidad del hijo mediano. De hecho, la primera temporada se centró en cómo Eileen (una Martha Plimpton que haga lo que haga está siempre fantástica) aceptaba que su hijo Kenny (Noah Galvin siendo insoportable e irritante la mayor parte del tiempo) era gay. El divorcio servía simplemente para hacer estallar a la familia y comprobar cómo Eileen y Patt (Jay R. Ferguson) adaptaban su vida sentimental al cambio.
Sobre 'The Real O'Neals' se ha escrito poco. Muy poco. Y cuando se ha hecho ha sido para hablar de polémicas. Primero, cuando Noah Galvin estalló contra Colton Haynes por la forma en la que salió del armario. Esta polémica a punto estuvo de costarle a la serie su segunda temporada. Y después, pero en menor medida, cuando Sara Ramírez ('Anatomía de Grey'), criticó tanto a la cadena como a la serie por una broma sobre los bisexuales. Cuestiones que impidieron que la gente se centrase en uno de los grandes aciertos (por no decir el único) que ha tenido 'The Real O'Neals': mostrar cómo una familia puede aceptar, aunque cueste al principio, que uno de sus miembros es gay. Ha sido tan natural como divertido verlo y, de hecho, en la season (¿series?) finale, el personaje de Plimpton ha plantado cara a los padres de la mejor amiga de su hijo cuando éstos le echan de casa por salir del armario.
La serie es bastante prescindible. Salvo la trama Kenny-Eileen, que es lo que consigue diferenciarla del resto, no ofrece nada que la haga especial. No la he visto como una serie cuidada, y aunque sí es cierto que ha tenido momentos brillantes (el capítulo del baile de graduación en la primera temporada o el de Halloween en la segunda), no compensan. Me fastidia que un personaje que podría haber dado tantísimo juego como ha sido Jodi (Mary Hollis Inboden), haya sido tan vergonzosamente secundario. Y cuando aparecía quedaba totalmente desaprovechada. Ahora que el personaje está embarazado, espero que de tener una tercera temporada se le preste la atención que requiere. En cambio a los que sí se ha sabido explotar bien han sido a los otros hijos del clan O'Neal: Jimmy (Matt Shively) y Shannon (Bebe Wood).
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