Chiller (canal americano centrado en géneros como el terror, el thriller y el suspense) se ha lanzado a producir series propias. La primera (coproducida junto a Super Channel, cadena canadiense) ha sido 'Slasher', un drama cuyo título deja bien claro qué ofrece al espectador, el cual es imposible que no quede satisfecho con el resultado final.
Y es que, si el año pasado la versión televisiva que hizo la MTV con 'Scream' quedó muy por debajo de las películas y no cumplió con su papel de slasher televisivo definitivo, es 'Slasher' la encargada de ocupar dicho puesto. Junto a la maravillosa 'Scream Queens', por supuesto. Y es que, si eres de los que disfrutó con 'Harper's Island', seguramente repitas experiencia con 'Slasher', serie antológica cuya primera temporada se compone de ocho capítulos de menos de una hora de duración y que no se corta a la hora de mostrar sangre, vísceras, amputaciones y asesinatos en directo.
La historia es bien sencilla: Sarah Bennett (elijamos a Katie McGrath como una de las mejores peores actrices de la televisión actual, por favor) regresa a la casa en la que, hace más de 20 años, su madre le dio a luz la noche de Halloween. No habría mayor complicación de no ser porque aquella noche tanto su madre como su padre fueron asesinados por El Verdugo (Patrick Garrow). En la actualidad Tom Winston (El Verdugo) cumple condena en prisión, por lo que la nueva tanda de asesinatos que se está produciendo en Waterbury, con un asesino que viste igual que El Verdugo, pone de manifiesto que éste tiene un admirador que le copia. La peculiaridad de este nuevo Verdugo es que mata siguiendo los siete pecados capitales, por lo que cada una de sus víctimas será acusada de representar alguno de ellos.
Junto a Sarah está su marido Dylan (a Brandon Jay McLaren ya le vimos pasarlo mal en 'Harper's Island'), un periodista que está dispuesto a todo (incluso a sacrificar su matrimonio) por ser la cara de la noticia. En Waterbury Sarah se reencuentra con Cam (un Steve Byers al que apodaremos Brazotes), amigo de juventud, policía e hijo del cura (que fue testigo de la muerte de los padres de Sarah). Además conoce a Robin (Christopher Jacot), con el que entablará amistad, igual que con su marido Justin (Mark Ghanimé) y tendrá que convivir junto a su abuela Brenda (Wendy Crewson), cuyo objetivo es dinamitar la relación entre su nieta y su marido. Por Waterbury se dejarán ver otros personajes tales como el sheriff (Dean McDermott), una madre cuya hija lleva desaparecida un par de años o la prostituta yonkie a la que todo el pueblo conoce. Todos ellos pasarán a formar parte de la lista de sospechosos en algún momento a lo largo de la serie. Y todos ellos, sin excepción, guardan algún secreto que terminará saliendo a la luz.
'Slasher' es una serie muy disfrutable a pesar de que el espectador experto en la materia podrá verse venir algún que otro giro (imposible adivinar ese loquísimo twist que recuerda a una de las películas ganadoras en la última entrega de los Oscar). Es divertido ver cómo bailan los nombres de la lista de posibles asesinos, mientras Katie McGrath muestra sus dotes como actriz exagerando un esguince o siendo incapaz de poner cara seria en los momentos más dramáticos. En 'Slasher' todo es serio, pero es inevitable encontrarse con momentos tróspidos que convierten a la serie en toda una revelación.
A partir de aquí spoilers del desenlace de la primera temporada de 'Slasher'.
Que Brazotes era el asesino se veía venir casi desde el principio (comencé sospechando de la propia Sarah). Por eso es fascinante cómo en el último capítulo no se cortan un pelo a la hora de mostrar al Cam más psicópata (¿puede alguien explicarme por qué después de ver cómo mató a su mujer, su padre no lo internó en algún centro?). Al más psicópata y al más deportista, porque toda la carne que no se ve en siete capítulos la concentran en la primera parte de la finale. ¡Y menuda carne! Sarah termina vengando a las víctimas del nuevo Verdugo después de pedirle a Dylan que sujete a Cam para poder cortarle bien el cuello. Cuatro semanas después los Bennett abandonan Waterbury y Robin encuentra nuevos clientes (con hija psycho incluida) para comprar la casa familiar de Sarah.
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