jueves, 26 de abril de 2012

El escándalo de los gladiadores en traje


Shonda Rhimes no deja de intentarlo. "Anatomía de Grey" es un éxito. Su hermana pequeña, "Private Practice", lo es, pero en un nivel inferior. "Off the Map" es la prima fea que nadie vio (no llegué a catar ni el Piloto). Y este año, a la loca de Shonda le ha dado por cambiar de profesión y, dejando a un lado a médicos y hospitales, se ha lanzado al mundo de la abogacía en Washington. "Scandal" ha sido su última apuesta, y aunque no está teniendo el éxito esperado, lleva 3 semanas defendiéndose en antena. Pero conmigo, que no cuente.

"Scandal" se centra en un bufete de abogados que no ejercen de abogados. Se hacen llamar "gladiadores en traje". Profesionales que se dedican a evitar futuros escándalos en los que puedan verse involucradas diferentes celebridades (en el Piloto tenemos a un héroe de guerra con secreto y al mismísimo Presidente de los EEUU). Olivia Pope (Kerry Washington) es la jefa y dueña del cotarro. Ella está por encima del bien y del mal con esos ojos que tiene capaces de detectar una mentira. Harrison (Columbus Short) y Stephen (Henry Ian Cusick nuestro querido Desmond Hume) son los abogados del equipo, aunque no ejercerán como tales. Ellos no defienden a nadie; su función es evitar escándalos. Abby (Darby Stanchfield) es la investigadora del equipo; Huck (Guillermo Díaz) se encarga del equipo técnico; y Quinn (Katie Lowes) es la recién llegada y víctima de todos los discursos "somos gladiadores en traje". De fuera de este equipo de "gladiadores" tenemos al Presidente de los EEU (Tony Goldwin, el malo malísimo de "Ghost") y a su ¿asistente? ¿jefe de prensa? Cyrus (Jeff Perry, el padrísimo de Meredith Grey). Importan en la función porque una de las nuevas clientas que llegana al bufete no bufete asegura haber mantenido una relación con el Presidente. Los ojitos de Olivia están convencidos de que la amante miente y el Presidente dice la verdad negando la relación. Pero Olivia tendrá que ponerse gafas, porque sus ojitos mágicos empiezan a fallar (aunque en este caso concreto haya influido el hecho de que ella misma estuvo liada con el Presidente cuando trabajó para él).


Sin ser una cosa horrorosa, el Piloto no me ha covencido. No me importan en absoluto los clientes de Olivia. Y mucho menos me importan las historias de sus trabajadores. Y que se las den de lo que no son con esos diálogos tan rápidos es hasta descarado. Los gladiadores a la arena, y estos solucionadores de escándalos, a la basura.

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