martes, 8 de noviembre de 2011

La vida en Downton


"Downton Abbey", la reciente ganadora del Emmy a la "Mejor Miniserie" (debatir en torno a si es o no una miniserie es una pérdida de tiempo) cerró este domingo su segunda temporada. Pero antes de fin de año podremos disfrutar de algo muy típico en las series inglesas: un especial de Navidad. Pero antes de meterme a hacer un repaso a todas las tramas que hemos disfrutado a lo largo de estos ocho capítulos (que las hay para dar y regalar), hay que valorar la temporada. Nadie puede negar que ha sido un temporadón. Vale que el factor sorpresa ya no está, pero cuando un drama lo tiene todo, es impensable negar su grandeza.

Si la primera temporada comenzó con el hundimiento del Titanic, la segunda lo ha hecho con la I Guerra Mundial. Y no de forma pasiva, sino que varios de los personajes masculinos de la serie se han visto implicados en la misma. Tal es el caso de Thomas, Matthew y William. Thomas quiso salir de allí, y lo consiguió haciendo trampas, algo que no sorprendió a nadie. En cambio, Matthew y William se mantuvieron al pie del cañón, hasta que por razones evidentes tuvieron que regresar a Downton, donde se les cuidó junto al resto de combatientes en el Hospital que se instaló en la casa a iniciativa de la madre de Matthew (y que la enfrentó al doctor Clarkson). Las consecuencias de la Gran Guerra fueron diferentes para los tres: Thomas se reincorporó a la vida en Downton de una forma muy distinta a la que estaba acostumbrado (aunque luego le saliese mal su incursión en el black market); Matthew quedó temporalmente en una silla de ruedas; y William fue el peor parado, ya que después de regresar y acelerar su boda con Daisy (que estuvo adorable cuando no queria ser reconocida como una viuda, y que ha vuelto a formar la pareja cómica de la serie junto a la señora Patmore), falleció. Eso sí, la reaparición de los héroes durante el concierto que dieron en Downton nos dejó uno de los grandes momentos de la temporada. Y el que quiso participar en la guerra pero se quedó con las ganas fue Robert, que comenzó la temporada sintiéndose un inútil.


Con Edith vivimos una especie de mini-affair, cuando se sintió atraída por un trabajador (al que llegó a besar y del que no supimos más). A la vez supimos que Ethel había quedado embarazada de uno de los militares que estuvo en Dowton y que falleció poco después. Y a Ethel lo que le tocó fue enfrentarse con los señores Bryant, llevándose el disgusto de su vida cuando insinuaron que ese niño no era su nieto. Quisieron rectificar su error alejando a la madre de su hijo y lo que hicieron fue acentuarlo, además de quedarse ellos sin nieto. Otros que tampoco lo han pasado nada bien esta temporada han sido Bates y Anna. Lo suyo ha sido un drama de los que nunca acaban. Primero con la arpía de la señora Bates, que dio todo el mal que quiso. Después con la muerte de la propia señora Bates, que al principio fue considerada como un suicidio. Y cuando parecía que las cosas empezaban a ir mejor, y después de casarse, Bates ha terminado siendo arrestado como responsable por la muerte de su mujer.

La historia amorosa de la serie ha tenido un amargo final. Si al final de la primera temporada Lady Mary y Matthew terminaron separados, en esta segunda tanda de episodios han seguido estándolo, pero con la misma tensión de siempre. Matthew dispuesto a casarse con Lavinia, aún sabiendo que no la quería. Y Lady Mary haciendo lo mismo con Richard (¿por qué no le ha llamado en ningún momento khaleesi?). Ni las amenazas de este último han evitado que MaryThew terminasen haciendo lo que más deseaban: besarse y declararse, de una forma muy sutil, su amor. Y la rubia Lavinia, consciente de su situación, ("Nunca dejes que sea un estorbo") ha querido dejar libre el camino para el amor. Eso sí, no está bonito morirse en la cama de la ex de tu actual pareja. Pero la spanish flu se ha interpuesto entre MaryThew, haciendo que su regreso se posponga de manera indefinida. Precisamente la spanish flu ha dejado salir a una O'Brien escondida, una O'Brin llena de remordimientos, dispuesta a pedir perdón a Cora. Los que sí van a poder dar rienda suelta a su amor son Sybil y Branson, que han luchado por su relación y han conseguido la bendición de Robert (algo en lo que probablmente haya influido su desliz con Jane, del que solo diré que sobraba).


Pero si hay algo que ha quedado clarísimo (¿alguien en la sala que no lo tuviese todavía?) es que Maggie Smith es una diosa. Una D-I-O-S-A. No ha fallado en uno solo de los ocho capítulos, pero es que en la season finale ha estado sembrada ("Don't be defeatist, dear, it's very middle class" "I am sure Branson has many virtues. No, no, he's a good driver"). En la primera temporada fueron sus tiras y aflojas con Isobel, y este año no se ha callado una. y no quiero dejarme a Carson y la señora Hughes, auténticos pilares de la serie, y a los que no se les pasa una.

En conclusión: una gran temporada, al nivel de la primera, que por supuesto nos dea con ganas de más. Así que el especial navideño será recibido con los brazos abiertos. Igual que la noticia de la renovación por una tercera (y probablemente última) temporada. God save the Crawleys!

1 comentario:

Anónimo dijo...

I could not refrain from commenting. Perfectly written!


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